José Fortuño Ferrús y los Isabelinos

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Carolina La Roche Grant y José Domingo Fortuño Ferrús

Por Andrés Fortuño Ramírez

José Domingo Fortuño Ferrús, mi tatarabuelo paterno, fue un hombre de armas tomadas. Este luchó en el ejército de la reina Isabel Segunda de España en la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), defendiendo ferozmente la provincia de Tarragona en Cataluña.

Los Isabelinos, buscaban hacer reformas sociales, favorecían la industrialización, el desarrollo de nuevas ideas morales y religiosas, el modernismo y el crecimiento de las clases burguesas y populares. Mientras que los Carlistas, bando contrario, luchaban por la defensa de la religión católica y sus estrictas reglas, la aristocracia y la monarquía tradicional.

José Domingo nació un 11 de septiembre de 1824 en un pueblo de Tarragona, Cataluña, llamado Benissanet. Con tan solo 23 años de edad, zarpó al Caribe en 1847 como asistente del Capitán General de Puerto Rico, Juan Prim Prats (El puesto de Capitán General era equivalente al de gobernador).

Luego de leer varios escritos sobre la vida y procedencia del General Prim, tengo grandes sospechas de que el puesto de asistente se le otorgó a José Domingo por vínculos de amistad y relaciones militares entre el General Prim y el padre de José Domingo, Tomás Agustín Fortuño Mauricio, quien también era militar.

Este puesto de Asistente solo duró cerca de un año, ya que el general Prim fue destituido de su cargo en 1848, luego de publicar e intentar ejercer su «Código negro».  Código que imponía represiones extremas en las islas del Caribe contra los esclavos de ascendencia africana.

Veintidós años más tarde, cuando el General Prim fue asesinado en 1870, Baltasar Fortuño Ferrús, hermano de José Domingo,  quien era entonces Síndico del Ayuntamiento de Humacao, aparece en La Gaceta de Puerto Rico declarando de forma pública su repudio hacia este asesinato. (Año 1871, Núm. 14, p. 1,. 2 de febrero de 1871).

Dado finalizado su cargo de asistente, y quizás desentendiéndose un poco del destituido General Prim, José Domingo se mudó a St. Thomas, isla que para ese entonces pertenecía a Dinamarca, y se dedicó al comercio marítimo. Ahí conoció a su esposa y madre de sus once hijos, una mujer de origen danés llamada Doña Carolina La Roche Grant.

José Domingo estableció negocios en St. Thomas y Puerto Rico, donde también era comerciante, y donde vivían dos de sus hermanos, Jaime y Baltasar, ambos médicos cirujanos. Pero ya pasados los cincuenta años de edad y tras una quiebra comercial, José Domingo regresó a su pueblo natal, Benissanet, donde ocupo varios puestos políticos y se entregó a la milicia.

José Domingo llevó sangre militar, ya que su padre, Tomás Agustín Fortuño Mauricio también fue capitán a favor de los Isabelinos en la primera guerra carlista (1834-1840). Este luchó junto al General Juan Prim Prats, quien se iniciaba en asuntos militares en esos años, y también se hizo capitán en esa guerra. Ambos, Tomás Agustín y Prim Prats recibieron la Cruz Laureada de San Fernando de primera clase por sus heroicas defensas.

Entonces no ha de extrañar que al re-iniciarse el conflicto Carlista en 1872, José Domingo decidiera regresar a España y unirse al cuerpo de voluntarios de Benissanet. Esta nueva lucha por el trono español había repercutido en las colonias, provocando cambios tanto políticos como sociales, afectando a muchos en el comercio.  Entre los afectados estuvo José Domingo, quien luego de su quiebra comercia y sin mucho que perder, decidió sumarse a la guerra.

Según aparece documentado en sus expedientes en el Archivo Militar de Segovia,  José Domingo luchó heroicamente en defensa de los pueblos de la Ribera del Ebro junto a los generales, Don Salvador Algueró y Monserrat (el moro de Mora), Don Manuel de Salamanca y Negrete, y el general Martínez de Campos.

Entre los castillos que defendió ferozmente se encuentran el de Miravet, el de Mora del Ebro y el fuerte de Flix. Una defensa que le valió grandes reconocimientos fue la de Mora del Ebro, capital de la comarca Ribera del Ebro y llave de este río. Mismo lugar que defendió su padre durante la Primera Guerra Carlista. En estas defensas José Domingo llevó los cargos de Capitán y Teniente de la Compañía Movilizada de Benissanet, luego Capitán de la Séptima Compañía del Cuarto Tercio de la Provincia de Tarragona.

Según aparece documentado en diferentes biografías, incluyendo la del conocido Moro de Mora, el general Salvador Algueró y Monserrat, los ataques y enfrentamientos fueron constantes, siempre saliendo victorioso el bando de los Isabelinos, rara vez perdiendo algún soldado o tan siquiera teniendo heridos. Aún en los casos en que los carlistas les superaban en armas y en cantidad de hombres.

Luego de terminada la guerra y años de lucha en defensa de los pueblos del Ebro, muchos de estos militares Isabelinos se encontraron nuevamente en el campo de batalla, pero esta vez luchando por sus derechos y otros méritos no reconocidos, solo por el mero hecho de pasar los 50 años de edad.

En el caso de José Domingo, según el Real Decreto del 22 de abril de 1876, este tenía derecho al puesto de Alférez para el ejercito en la isla de Cuba o el de Sargento primero y grado de Alférez para el de la Península Ibérica, pero por contar con 53 años de edad y no poder entrar en uno ni en el otro, se le propuso un destino civil de la categoría de Alférez (Oficial del ejército español cuyo grado es inmediatamente inferior al de teniente).

En otros casos, según aparece en una biografía del Moro de Mora en el libro titulado “Figuras y figurones”, dice: “Considerados inútiles para el servicio, no solo les quitaron las cruces ganadas en batalla, pero también el derecho a utilizar los uniformes y las armas. Todo porque pasan la edad de 50. A los carlistas, siendo vencidos, los condecoraron y los hicieron coroneles del ejército. Honores que arrebataron injustamente a los vencedores”.

José Domingo murió en 1895, en uno de sus constantes viajes entre Puerto Rico y España. Este dejó gran descendencia en Puerto Rico,  algunos emigraron a Chile, México y los EE.UU.  Jaime, el segundo hermano, también dejó gran descendencia, la que mayormente se quedó en Puerto Rico. Sin embargo Baltasar, el tercero, no tuvo hijos. Pero dejó como muestra de su paso por esta tierra un hospital para atender personas sin recursos económicos en su natal Benissanet, el que aún lleva una tarja que dice «Al poble de Benissanet, Baltasar Fortuño» y una vistosa tumba de mármol en el histórico cementerio de Montjuic en Barcelona.

Para aportar nueva información o conectar con los descendientes, puede entrar en la página Familia Fortuño en Facebook.

8 comentarios en “José Fortuño Ferrús y los Isabelinos

  1. Soy Jesús Ramon Vélez Borrás , soy médico neurólogo , profesor neurología, hijo de Jesús María Gaspar Vélez Fortuño, naturales de San Juan, Puerto Rico. Mi abuela paterna: Maria Josefa Fortuño Nogueras,natural Cayey PR hija de Jaime Fortuño Fergus y Eduvigis Nogueras Lopez (por lo menos 11 hnos)

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    1. Si, fueron creo 10 u 11 en total los hermanos de Josefa. Tu abuela fue prima hermana de mi bisabuelo, Agustín Fortuño La Roche. Saludos, tenemos una página en Facebook que te debe interesar, se llama Familia Fortuño. Ahí casi todos estamos conectados por los Fortuño Ferrús, hijos de Tomás Agustín Fortuño Mauricio.

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