Virginia, Socorro, Estrella e Ismael: Una muerte a destiempo, un alma auxiliadora, una exitosa banquera y un tío alcahuete.

Los Ramírez (de Arellano) Rodriguez
Socorro Ramírez de Fortuño Sellés, Ismael Ramírez Rodriguez con su sobrino Ramón Fortuño Ramírez, Estrella Ramírez Rodriguez.

Por Andrés Fortuño Ramírez

En estas fotografías aparecen, mi abuela paterna, Petra regalada del Socorro (Doña Socorro) , su hermana Nicasia Estrella (Doña Estrella) y su hermano Mauricio Ismael (tío Ismael) junto a mi padre cuando era chico, Ramón Fortuño Ramírez. Ellos tres, junto a una hermana llamada Virginia Blasina, fueron los hijos menores en el matrimonio de Tomás Ramírez Montalvo y Laura Virginia Rodríguez Nazario.

Hace unos cuantos años, cuando comencé a estudiar en la universidad, un día encontré una fotografía de Virginia Blasina en casa de mis padres. Era una mujer hermosa de cabello oscuro, tez blanca y ojos verdes. Utilicé la foto para uno de mis proyectos de arte y luego la traspapelé en alguna gaveta de la casa. La he tratado de encontrar sin éxito alguno. Pero ahora que me he interesado en esto de la genealogía y que conozco más de su historia, seguiré buscando con más ahínco.

Virginia Blasina murió muy joven, solo tenía 18 años de edad. Según nos contó mi abuela, murió a causa de un desamor que la fue debilitando. Quizás sea una versión romántica de los hechos. Pero según nos contaba, un día la vino a enamorar un marinero muy guapo, muy joven y extranjero, que estaba de paso por la Isla. Él la visitaba de vez en cuando, y hasta bien chaperoneados, daban sus paseos por el Viejo San Juan. Pero un día, sin aviso, el hombre zarpó y nunca regresó. Virginia Blasina, al no recibir tan siquiera una carta, desesperó y nunca paró llorar. Tampoco comía o dormía y se fue debilitando. Hasta que un 2 de enero de 1926, murió a las ocho de la mañana en la calle Barcelona #3 en Santurce, a causa de una tisis traquial. Quizás a consecuencia, o a falta de ese último beso.

Doña Socorro, mi abuela, fue una mujer extremadamente elegante, independiente, estricta y servicial. Quizás la muerte temprana de su hermana menor, Virginia, la ayudó a tener una visión más clara de su misión en este mundo. Virginia murió el mismo año en que Socorro se casó con mi abuelo Rafael Fortuño Sellés, en 1926. La madre de ambas había muerto dos años atrás (1924) de una embolia pulmonar.  Justo ese año, Socorro comenzaba a trabajar como taquígrafa.

Luego de la muerte de la madre de Socorro, su padre, Tomás Ramírez, un industrial de centrales azucareras, se mudó a Vieques por asuntos de trabajo. Socorro, aprovechó la situación para comenzar una vida como mujer adulta e independiente, y se quedó trabajando en Santurce, vivía en la Calle del Parque. Situación que no le duró mucho, pues dos años más tarde se casó con mi abuelo, Rafael Fortuño Sellés y comenzó una vida en matrimonio.

Sin embargo, mi abuelo también murió a destiempo, solo tenía 54 años de edad. Tras 30 años de casados, Socorro se veía de nuevo cambiando de realidad.  Desde que murió mi abuelo, mi abuela Socorro se dedicó a trabajar como voluntaria en el Hospital Municipal de Santurce y en el Auxilio Mutuo. Allí cuidaba enfermos, también recogía ancianos abandonados en las calles de San Juan y los ayudaba a buscar hogar. Era una mujer fuerte, decidida y sumamente independiente. Siempre dispuesta a socorrer cualquier persona, hasta de la muerte. 

Doña Estrella, mi tía abuela, era la más práctica de todas. Inclusive, fue la primera mujer gerente de un banco en la Isla, en específico, del Banco Popular de Puerto Rico en el Viejo San Juan. Según me cuenta mi primo Armando, su papá, Francisco Fortuño Ramírez (tío Pancho) la iba a visitar al trabajo para subir a la azotea del edificio y disfrutar de la vista, ya que en esos tiempos era el edificio más alto en toda la Isla. De su vida personal solo tengo vagos recuerdos de sus visitas a casa de mis padres o cuando la visitábamos.

Lo que si recuerdo, es escucharla hablar de uno de sus temas favoritos, sus visitas a familiares en diferentes puntos de la Isla. Entre estos, sus visitas a Lorencita Ramírez de Arellano, la primera esposa de Don Luis A. Ferré, ex gobernador de Puerto Rico. Entre ellas se llamaban primas, pues aunque lejanas, eran primas 5tas. Mi padre Ramón y sus dos hermanos, Rafael y Francisco, varones al fin, siempre la molestaban diciéndole que se dejara de tanta parejería. Los nietos nos reíamos sin siquiera saber qué significaba aquella palabra.

Doña Estrella se casó con Carlos Manuel Cintrón Mercader en 1929 en la ciudad de Nueva York. Luego regresaron a Puerto Rico, donde criaron una hija del primer matrimonio de Don Carlos. Recuerdo vivían en una casa grande en la zona de Isla Verde.

Según cuentan, esa noche de bodas en Nueva York, durante la sesión de fotografías, la cuñada de Don Carlos se acercó a Doña Estrella, y le preguntó que si le prestaba el vestido unos minutos para tomarse una fotografía. La cuñada, aunque casada, no tenía fotos del día de su boda. A lo que Doña Estrella accedió con gusto. El marido de la cuñada ya andaba vestido con etiqueta formal pues era parte del séquito de la boda. Así que aprovecharon la ocasión y revivieron en fotografías el día en que se casaron.

Tío Ismael era el tío preferido de mi papá, Ramón, igual el de sus hermanos, Rafael y Francisco. Cada vez que mi abuelo Rafael viajaba, a veces por varias semanas, a los diferentes pueblos de la isla para proyectos de ingeniería, tío Ismael aprovechaba para alcahuetear a sus sobrinos. Los llevaba a pasear por el viejo San Juan, a comer helado o a ir de tiendas. Según me cuenta mi padre, en una ocasión hasta los matriculó en clases de ballet. Clases que duraron solo unas cuantas sesiones, pues cuando mi abuelo regresó y vio a sus tres hijos en leotardo, practicando en medio de la sala, los sacó inmediatamente de la matrícula.

Tío Ismael era un hombre al que le gustaban las cosas buenas y el buen vestir. La mayoría de sus amistades tenían un alto nivel económico y social. Así que cuando salía con sus sobrinos los obligaba a vestirse de punta en blanco y a comportarse con educación. Todos los que lo conocimos damos fe de que era extremadamente bueno y cariñoso. Dicen que el día de su entierro no había forma de consolar a estos tres sobrinos, quienes lo adoraban.

Socorro, Estrella, Laura Virginia e Ismael fueron hijos legítimos de Tomás Ramírez (de Arellano) Montalvo y Laura Virginia Rodríguez Nazario. Nietos de José Ramírez de Arellano Irizarry y María Loreta Montalvo Tellado. Bisnietos de José Alejandro Ramírez de Arellano Pérez de la Seda y María Olaya Irizarry Montalvo.

Tíos maternos de Doña Socorro Ramírez de Fortuño
En estas dos fotos, los tíos maternos de Virginia, Socorro, Estrella e Ismael Ramírez Rodriguez.  Don Felipe Rodriguez Nazario y Doña Manuela Rodriguez Nazario. Ambos hermanos de su madre Laura Virginia.