Tomás Agustín Fortuño, caballero de primera clase

Tomás Agustín caballero de primera clase
Tomás Agustín Fortuño, caballero de primera clase

Por Andrés Fortuño Ramírez

Tomás Agustín Fortuño Mauricio, tenía 34 años cuando estalló la Primera Guerra Carlista en España (1833-1840). No conocemos a ciencia cierta su profesión antes de entrar al ejército, pero entendemos que se dedicaba a la administración y desarrollo de tierras en Benissanet. Como evidencia, tomamos las cartas escritas a la señora Nicolasa de Tavern, viuda de Balle (Familia Moragas en Barcelona) en las que le envía detalles sobre el arrendamiento de tierras para viñedos, cosechas de trigo y animales (no especifica), en la zona del Ebro (Libro: La correspondencia en la historia; modelos y prácticas de la escritura epistolar por Carlos Sáez y Antonio Castillo Gómez). También sabemos que se registró tan pronto comenzó la guerra y que fue un laureado militar a favor de los Isabelinos.

Tomás Agustín es mi tras-tatarabuelo. Nació un 19 de abril de 1799 en Benisanet, un pueblo de la provincia de Tarragona, Cataluña, España. Fue hijo legítimo de Pedro Jayme Fortuño y Mariana Mauricio Franquet. Se casó con Teresa Ferrús Bladé y tuvo varios hijos, entre estos a José, Jaime y Baltasar, quienes emigraron a Puerto Rico.

Hasta ahora solo le conocemos un hermano llamado Pedro Fortuño Mauricio, ya que lo mencionan en varios documentos de la época, este hermano era farmacéutico. También mencionan a la hija de Pedro, Doña Carme Fortuño Sentís, a la que llamaban “la senyora Carme de Potacari”. Doña Carme fue madre de Joan Baptista Bladé Fortuño, padre del conocido periodista y escritor catalán, Arthur Bladé Desúmvila.

La Primera Guerra Carlista, también conocida como la guerra de los 7 años, fue una guerra civil entre dos bandos que buscaban ocupar el trono español. Por un lado los Carlistas a favor de Carlos de Borbón y un régimen absolutista. Por el otro los Isabelinos a favor de María Isabel Luisa, mejor conocida como Isabel II, quien a penas tenía 3 años de nacida.

El conflicto comenzó cuando Fernando VII, padre de Isabel, dejó a su hija como heredera del trono antes de este morir. Esto provocó que el hermano de Fernando, Carlos María Isidro de Borbón se revelara ante tal decisión e intentara proclamarse rey. Por ser todavía una niña Isabel no podía gobernar, así que su madre, María Cristina de Borbón, sirvió como regente hasta su mayoría de edad.

Para ese entonces Tomás Agustín vivía en Benissanet, uno de tantos pueblos a orillas del río Ebro. Hay que entender que para estos tiempos, la actividad mercantil y militar dependía en gran medida de los cuerpos de agua. Entre estos estaba el Ebro, río más caudaloso en España y segundo en la Península Ibérica. Este cruza desde Cantabria, hasta su desembocadura en el Mediterráneo.

Quien dominaba el Ebro, tenía la llave de toda la región. De seguro Tomás Agustín tenía esto claro, y sabía que eventualmente la guerra vendría a tocarle a la puerta. Entonces en vez de esperarla, decidió enfrentarla y se listó en el ejército.

Según aparece registrado en los Archivos Militares de Segovia, Tomás Agustín se entregó de lleno a la vida militar, inclusive aún después de terminada esta guerra, ya que estuvo 19 años de servicio. En sus expedientes aparecen registradas toda clase de proezas y valientes defensas. Entre ellas las del fuerte de Mora del Ebro, las del castillo de Flix, la defensa de Gandesa, Benissanet y el Pueblo de la Granja, la de Tortosa y otros pueblos en la zona de Tarragona.

Pero entre las más importantes se encuentra la defensa de Mora de Ebro en 1837, donde se destacó y por la que recibió la Cruz Laureada de Primera Clase de la Real Orden Militar de San Fernando, convirtiéndose en caballero de esa orden por decreto de la Reina Isabel II.

Para ese año Tomás Agustín era Subteniente del Batallón Nacional de Gandesa, y le tocó, desde el 29 de Julio hasta el 30 de Agosto, defender heroicamente el fuerte de Mora de Ebro, situado por Ramón Cabrera, con 4 piezas de artillería de grueso calibre. La hazaña le valió además el ascenso a Subteniente de Milicias Provisionales. El documento oficial aparece firmado por un notario real, ya que Isabel aún era una niña. (Fuente Archivos Militares de Segovia).

Según certifica con puño y letra Don Leopoldo de Gregorio, coronel del cuerpo de batalla y jefe de aquella compañía, Tomás Agustín sirvió por 19 años en el ejército y ocupó los siguientes puestos militares:

– Subteniente movilizado del partido nacional de Gandesa (1834)

– Subteniente abanderado del mismo (1836)

– Capitán del partido Nacional de Gandesa (1838)

– Capitán de Infantería (desde finales de la guerra en 1840 hasta su retiro 10 años más tarde).

En sus expedientes aparece una carta a puño y letra de Tomás Agustín, en la que menciona muchos de los ataques en los que participó y los nombres de famosos generales y capitanes con quienes lucho mano a mano.

Entre estos está el Capitán Don Salvador Desúmvila Sabaté, quien antes de entrar al ejército era farmacéutico y al parecer guardaba buena relación con Tomás Agustín. También habla del Capitán Don Antonio de Castellón, y de los servicios prestados a Don Francisco Javier Girón, II Conde Ahumada y V Marqués de las Amarillas. Entre sus contrincantes vale la pena mencionar su defensa ante las acciones rebeldes de Ramón Cabrera, I duque de Maestrazgo, en las que Tomás Agustín salió victorioso.

Tomás Agustín se retiró del ejército en 1854 y aparece documentado en el libro Historia de la Milicia Nacional de Joaquín Ruiz de Morales, 1855. Más tarde reaparece su nombre en varias cartas que éste envió a Doña Nicolasa de Tavern viuda de Balle (Joan de Balle i Rüira) a Barcelona, en las que se deja entrever que estuvo a cargo de gestionar los bienes de una destacada familia tarraconense de apellido Moragas. En estas cartas se menciona el arrendamiento de tierras para la cosecha y el ganado en Benisanet.

Años más tarde su hijo José Fortuño Ferrús, luchó en la tercera Guerra Carlista (1872-1876), siendo un exitoso militar igual que su padre a favor de los Isabelinos liberales.

De visita por Benissanet

Patricia FortuñoPor Patricia Fortuño

En el año 2003 visité Benissanet mientras estudiaba en Madrid. Desde pequeña mi abuelo me contaba sobre los orígenes de nuestra familia y su viaje a ese remoto pueblo en las afueras de Tarragona. Me contó que cuando estuvo allí con mi abuela y mis tías, a principio de los años 70, fue directo a buscar el cura del pueblo, dirigido por la guardia civil de Franco, para preguntar sobre los documentos de nuestra ascendencia familiar, ya que en aquella época los archivos familiares los guardaban en las iglesias.  Desgraciadamente no tuvo acceso a los documentos porque la iglesia había desaparecido en un fuego.

Así que años después cuando visité Benissanet, en vez de buscar una iglesia o párroco, fui directo al bar del pueblo, ya que es ahí donde hoy en día vamos para enterarnos de las historias y de una vez tomarme una cañita después del largo viaje. El señor que me atendió, extrañado de ver turistas me preguntó de dónde venía. «De Puerto Rico» le respondí seguido de mi nombre «vengo a conocer el pueblo de mis antepasados.

Me dió la caña e inmediatamente hizo una llamada. Me contó que los hermanos Fortuño eran tres y que viajaron al Caribe, a la isla de Puerto Rico. El Sr. Baltasar Fortuño, médico, había hecho buen dinero en la Isla y regresó a Benissanet con su esposa, no pudieron tener hijos. Con el tiempo Baltasar invirtió parte de su dinero en construir un hospital para transeúntes en Benissanet. Frente al hospital hay una placa que lee ‘Para el poble de Benissanet, de Baltasar Fortuño’.

Al ratito de estar en el bar, llegó un grupo de personas. Me abrazaron y me contaron que son los herederos de Baltasar. El Sr. que me atendió en el bar es el esposo de la nieta de quien fue el capataz de Don Baltasar en Benissanet. Ahí me enteré que nuestro tío tatarabuelo, al fallecer sin herederos, le dejó su fortuna al capataz y su familia. Éstas personas casi me hacen una fiesta.

Me dieron miles de gracias, me contaron que gracias a él, a nuestra familia, ellos ahora son importantes terratenientes en el área. Inclusive llegué a conversar, mientras otros traducían, con un señor muy mayor que lo llegó a conocer cuando era niño…luego buscaron fotos de la familia para enseñármelas. Desde allí llamé a Abu Raúl para contarle, y él, sumamente emocionado habló con el hijo del capataz. Luego fui a visitar el hospital, que estaba en reformas en aquél momento puesto que lo iban a convertir en un hospital de mujeres.

Ese momento lo llevo en el alma, pero no llevo todos los detalles en la memoria. Toda la información y las fotos las metí en una computadora que perdí pocos años después. Hoy, casualmente me topé con un vídeo en el que estoy hablando con el Sr. dueño del bar, el esposo de la heredera. El vídeo se escucha fatal pero aquí una foto del vídeo para que puedan ver quién es. Igual algún primo viajero lo puede identificar.

 

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Documentos y testimonios

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Fortuño Ferrús: De España a Puerto Rico S.XIX

DESDE CATALUÑA AL NUEVO MUNDO

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Izquierda: Jaime Fortuño Ferrús. Derecha arriba: José Fortuño Ferrús. Abajo: Hospital donado a Benissanet y tumba de Baltasar Fortuño Ferrús en Barcelona.

Por Andrés Fortuño Ramírez

A mediados del Siglo XIX, tres hermanos de apellidos Fortuño Ferrús partieron desde Benissanet, su pueblo natal en la provincia de Tarragona en Cataluña, España, para establecerse en Puerto Rico.  Sus nombres fueron:  Jaime,  José y Baltasar (n. 1820-30).

Los tres hermanos fueron hijos legítimos de Tomás Agustín Fortuño Mauricio (n. 19 abril 1799)  y de Teresa Ferrús Bladé (n.1800).  Tomás Agustín fue hijo legítimo de Pedro Jayme Fortuño y Mariana Mauricio (n.1765-75).  El padre de Pedro Jayme se llamó Josef Antonio Fortuño y sirvió de padrino en el nacimiento de Tomás Agustín.  Los padres de Teresa fueron Pedro Ferrús y Josefa Bladé.  Otros hermanos de apellidos Fortuño Ferrús que quedaron en España fueron Bautista, Teresa, Josepa, Joan Baptista, Francisco Javier y Agustín.

En documentos de la misma época se menciona al hermano de Tomás Agustín, Pedro Fortuño Mauricio, quien era farmacéutico, y a la hija de Pedro, Doña Carme Fortuño Sentís, a la que llamaban «la senyora Carme de Potacari». Doña Carme tuvo un hijo llamado Joan Baptista Bladé Fortuño, padre del conocido periodista y escritor catalán, Artur Bladé i Desumvila.

Tomás Agustín fue militar y aparece en el libro «Historia de la Milicia Nacional»  española de Joaquín Ruiz de Morales como subteniente y luego capitán en defensa de los pueblos en la zona del Ebro. También fue condecorado por decreto de la reina Isabel II, con la Cruz de San Fernando de 1ra clase el 21 de octubre de 1838, por la defensa que mantuvo por un mes en Mora de Ebre durante la Primera Guerra Carlista  (Fuente: Archivo militar de Segovia).

De los tres hijos de Tomás Agustín que se establecieron en Puerto Rico, dos fueron médicos cirujanos, Jaime y Baltasar. Ambos ejercieron su profesión en varios pueblos de la Isla y en proyectos gubernamentales relacionados a la profesión. Baltasar se estableció en el pueblo de Naguabo y Jaime entre Aibonito y Cayey (Aparecen listados en varios ejemplares de la Gaceta de Puerto Rico de 1868). También colaboraron con el ejército español en Puerto Rico como voluntarios.

José, el tercero, llegó originalmente a la Isla en 1847, bajo el cargo de Asistente del entonces Capitán General de Puerto Rico, Juan Prim Prats.  El puesto de Capitán General era equivalente al de gobernador y era otorgado por la Corona Española.

José también ocupó varios puestos políticos en Benissanet y fue militar igual que su padre, primero teniente y luego capitán a favor de los Isabelinos (1874-75  en la Tercera guerra Carlista).  Este defendió con éxito y en varias ocasiones los pueblos en la zona del Ebro. También se dedicó al comercio y murió en uno de sus continuos viajes a España. 

Baltasar, aparte de ser un médico dedicado, criaba caballos de paso fino en Puerto Rico. Pero tras años de vivir en la Isla regresó a España y se retiró en Barcelona. Como legado dejó un hospital al pueblo de Benissanet en Tarragona. Hoy en día es un consultorio médico y aún mantiene un mosaico en su fachada que dice: «Al poble de Benissanet D.Baltasar Fortuño». También dejó un vistoso panteón en el cementerio de Montjuïc en Barcelona, tallado en mármol por el escultor Josep Campeny. Baltasar no dejó descendientes.

Jaime y José mantuvieron residencia en Puerto Rico.  José vivió un tiempo en la isla vecina de St Thomas para establecer negocios. La descendencia de Jaime y José ha sido extensa, no solo en Puerto Rico, pero en Chile, México y los EE.UU. Países en los que muchos han seguido los pasos de sus antepasados, tanto en la política y la abogacía, como en el comercio, la medicina y la educación.

-José Fortuño Ferrús se casó con Carolina La Roche Grant.
-Jaime Fortuño Ferrús se casó con Eduviges Noguera.
-Baltasar Fortuño Ferrús se casó con Emilia Ríos y Berríos.

 

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